La primera ronda de octavos fue la ocasión perfecta para presenciar partidazos con altos promedios y exhibiciones individuales de los mejores jugadores del mundo. Ya no habían excusas. Todos los protagonistas conocían el material y los nervios del debut los habían dejado en el vestuario.
Y así sucedió, porque el peor partido de los cuatro primeros terminó en 25 entradas y eso que Carloman Ortiz tuvo hasta tres ocasiones para finiquitarlo con anterioridad. En los tres restantes duelos de la tarde terminaron en 16, 14 y 12 entradas.
El jugador colombiano llegó hasta un 36-29 en 18 entradas. Las cosas se complicaban porque las bolas parecían embrujadas, sobre todo en la bola 39 de Kim, una asambrosa arepa como se dice por aquí, o un iincreíble churro como se conoce al otro lado del Atlántico. El caso es que el coreano venció 39-40 en 25 ante la desolación de Carloman y de la afición colombiana.
En el duelo entre coreanos, Choi se impuso a Cho en 14 entradas. El ganador sumó varias series importantes y sobre todo una de 10 para poner las cosas en su sitio y asegurar una distancia insalvable entre ambos: (40-23 en 14).
Otro gran partido fue el que enfrentó a Zanetti y a Kasidokostas. Un duelo igualado hasta el 26-25. Fue entonces cuando Filippos consiguió una bonita y practicamente decisiva serie de 12. "Demolition" Zanetti ya no tuvo respuesta: (30-40 en 16).
Fue Magic Blomdhal quien levantó al público de sus asientos tras realizar una portentosa exhibición de talento ante el coreano Hwang Hyung Bum, al que solo le quedó aplaudir a su rival, (40-17 en 12).
El sueco se pareció a ese jugador que asombró al mundo en Peloponeso. Hasta se permitió el lujo de firmar un retroceso por toda la mesa para sellar la bola 39. A la siguiente hizo levantar al público de sus asientos que premiaron con una sonora ovación tanta calidad en una mesa de billar. Magic Blomdahl en estado puro.