Serie de siete, carta de presentación de Luis Aveiga, el representante latinoamericano en Egipto. Su rival, Birol Uymaz, un hueso duro de roer, otro de los grandes exponentes de la armada turca. Un partido duro, sin contemplaciones, a cara de perro. Se notaba la tensión, el respeto entre ambos. El juego se cerró pronto y el marcador se movía con lentitud (9-12 en 12). Ventajas cortas pero favorables para Aveiga que dominaba las defensas. El turco, que padeció una racha de varias entradas sin anotar cortó la ventaja de su rival con una serie de 7 para llegar al ecuador con ventaja 20-18.
Poco cambió la situación tras el descanso, no llegaban grandes series y el temor atenazaba en muchas de las ejecuciones. Había que soltar el brazo. Luis se dio cuenta y volvió a mandar: 21-25 tras bonita serie. Uymaz jugaba a tirones y optó por defender a muerte en busca de su oportunidad ya que el partido estaba en un momento peligroso y un marcador de 24-26 para Aveiga. La táctica salió bien. Tras la enésima defensa del turco, Luis tiró un mérito de paraguas muy complicado, no pudo sumar y su rival abrió brecha con serie de siete (31-26). Pero el maestro ecuatoriano es un gladiador y que sabe estar en todas las peleas: (31-33 en 26), después de un par de acciones sabias y productivas.
Solo faltaban los detalles, esa pizca de suerte que iba a decidir en un final tan apretado. Y la diosa fortuna se alió con el turco cuando Luis metió la bola en el único milímetro para que el punto no biera al marcador. En la entrada siguiente Aveiga volvió a pasar la bola por la corbata. Dos reveses consecutivos es un gran hándicap en esos momentos tan decisivos y el turco terminó de seis 40-33.
Perdió Aveiga pero con las botas puestas, como los campeones, como los grandes. A la próxima la suerte cambiará de bando.